Artista psicoterapéutico
Licenciado en Bellas Artes, en la especialidad de pintura y escultura. Universidad de Granada.
Artista– colaborador en el proyecto “Parejas artísticas” para la integración de la salud mental. Fundación Centro Médico psicopedagógico de Osona, Barcelona.
Docente en talleres sociales, especializado en el desarrollo de la creatividad a través de las artes plásticas. Dibujo, pintura, fotografía y escultura.
Trabajo como artista terapéutico en la Unidad de trastornos alimentarios y psicoterapia, en el centro Khepra. Cornella, Barcelona.
Finalista en el área de Artes plásticas de la convocatoria pública “Creación Joven Merce’99”. Organizado por el Ayuntamiento de Barcelona.
Traer al presente la vinculación existente entre los procesos creativos, la meditación y el yoga, evoca mi primera infancia en la que sufrí una alergia asmática que no me dejaba respirar. En esa época el yoga, que apenas se conocía, apareció en mi vida para quedarse. Tuve la gran suerte de que una amiga de mi madre, tras un divorcio, marchó a la India para adentrarse en esta práctica, cuando volvió de su viaje le explicó a mi madre que el yoga ayudaba a una mejor comprensión del aparato respiratorio, entre otras cosas. Comencé a la edad de cinco años a practicar yoga y meditación. Después, siempre de una manera u otra, estas dos disciplinas han estado presentes en mi vida.
No recuerdo qué fue antes, si el huevo o la gallina, pero por esa época, también empecé a dibujar y pintar de manera diferente. Mis dibujos y pinturas empezaban a expresar mi propio mundo interior. Todo ello ocurrió de manera muy natural, y entiendo ahora que la relación entre yoga, meditación y pintura no fue fortuita.
En ocasiones, el lenguaje verbal no es suficiente para expresar emociones reprimidas y la forma de expresar estas emociones pasa por acudir a otros lenguajes no verbales. La meditación y el yoga, por medio de las artes plásticas, ayudan a transitar otros caminos para poder expresar aquello que necesitamos decir. Esto lo sé a ciencia cierta, no solo por mi experiencia personal, sino también por la profesional. A través de mis largos años de dedicación en talleres sociales y grupos de psicoterapia, he podido observar que cuando se liberan las emociones y el canal energético se abre, la creatividad artística estalla como un volcán y comienza un proceso curativo.